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La publicidad en las apuestas ¿prohibir o regular? Ésa es la cuestión

Las campañas en contra de la publicidad de las casas de apuestas parecen estar creciendo en buena parte en donde el deporte y el mercado de las apuestas se están desarrollando con mayor celeridad. Según algunas voces contrarías, si las cosas siguen así, pronto será imposible disfrutar de un espectáculo deportivo sin que la publicidad de las operadores estén estimulando permanentemente el natural deseo del fanático del deporte por apostar a su equipo.


Según los críticos más extremos, las casas de apuestas están utilizando la publicidad para incitar a los amantes del deporte a que se deshagan de su dinero, porque ésa es la verdadera pasión que deben presentar los fanáticos, la auténtica emoción pasa por poner efectivo en juego porque las empresas apelan a que allí está la verdadera emoción. Mientras unos creen que la esencia del juego radica en estimular la diversión y se debe convertir en algo relajado y agradable, otros creen que nada tiene de relajado perder dinero porque el equipo de sus amores haya hecho un papelón en la cancha.

Es cierto que los corredores de apuestas y las compañías de juegos de azar en línea ahora se enfocan en el segmento de las personas más jóvenes, quizás porque son las que más consumen nuevos productos, aunque algunos analistas están sugiriendo que son la parte más sensible de la sociedad y una especie de rebaño de borregos a los que se les sugiere algo y lo hacen sin pensar. Inclusive, algunos detractores ya se fueron de tema al sugerir que las compañías de apuestas deportivas hacen lo hicieron las compañías tabacaleras en el pasado o, peor aún, lo que hacen los narcotraficantes en la actualidad que regalan una dosis para que los jóvenes se enganchen y así tener clientes cautivos. Es entendible que la gente que padezca de ludopatía o tenga a jugadores patológicos en su entorno familiar y de amistades esté enojada con los corredores de apuestas, pero pensar que están al acecho como hienas a la carne podrida no deja de ser una enormidad declarada por personas dogmáticas que ya demonizaron al juego.

Todos quienes tenemos a los juegos de azar, la economía y a las nuevas tecnologías como material de trabajo conocemos que existe un peligro en el exceso y cuando algo se plantea sin la responsabilidad adecuada, pasa de ser un negocio lícito a una fábrica de trastornos patológicos. Según la mayoría de los expertos, el individuo con trastornos de ansiedad no puede controlar los impulsos sea cual fuere su objeto de adicción, por lo que prohibir las apuestas, el juego u otra actividad, sólo crearía un mercado negro y nada haría en favor del jugador patológico. Los reguladores son quienes deben asegurar un entorno de juego responsable y no una serie de visionarios mesiánicos que piensan que crucificando a los operadores y tratando como púberes a los jugadores, la paz y la tranquilidad llegará a sus entornos. Tan falso como diente de madera.

Si piensan que al no existir la publicidad sobre un tema en particular va a extinguir o acotar una actividad, esta gente vive en el país de las maravillas. Pongo un solo caso, Brasil. El juego en este país estuvo prohibido y recién en los últimos meses se legalizó aunque todavía está esperando su regulación, como en el caso de nuestra provincia de Buenos Aires. El tema es que Brasil ha sido uno de los mercados más grandes de apuestas deportivas en el continente y el mundo, aunque no existe publicidad alguna sobre el tema. En los canales de YouTube de nuestro vecino pululan los videos realizados por expertos en el tema de las apuestas deportivas que explican cómo y cuándo apostar, de qué manera, cuándo retirarse y un rosario de etcéteras. Todo esto convive en un país en donde no existe la publicidad de las apuestas deportivas. Un misterio.

Inclusive en nuestro país, en donde la publicidad de tabaco está prohibida por ley desde 2011 y en donde las etiquetas deben contener en un 70 por ciento de su espacio imágenes de personas con enfermedades pulmonares, órganos enfermos y otras patologías derivadas del consumo de cigarrillos, éste se redujo en un 4 por ciento en estos ocho años, sobre todo gracias a las campañas en pro de la salud. Sin embargo, la edad de los chicos que empiezan a fumar se redujo desde los 13 a los 11 años y las autoridades sanitarias creen que la reducción en el porcentaje de fumadores es, al menos, desalentadora. También hubo un incremento en la cantidad de mujeres fumadoras y se habla de una feminización del tabaquismo. Resumiendo, en la mayoría de los casos la prohibición no es un arma tan efectiva como lo son las campañas de concientización, es decir funciona estar a favor de la salud y no en contra del tabaco.

Volviendo al tema del juego, la ecuación es muy parecida. En España las organizaciones en contra de la publicidad de las apuestas deportivas están trabajando para que se regulen y no bombardeen a los menores en medio de los partidos en los horarios de mayor audiencia. También se está tratando que las estrellas del deporte no hagan publicidades de casas de apuestas, entre otros proyectos. Esto tiene sentido y se está trabajando para aminorar el impacto. Por otro lado, el ejemplo de Italia, en donde la publicidad de los juegos en línea está totalmente prohibida, los operadores advirtieron un crecimiento del juego ilegal porque, dicen, si no podemos decir que existimos legalmente van a aparecer competidores tras las sombras.

Para finalizar, el paradigma de Asia. Este continente supone el mercado más grande de las apuestas en el ámbito mundial a pesar de los estrictos controles que han implementado algunos gobiernos para acotar los juegos de azar por internet. Y aquí podemos sugerir algo de misticismo, ya que mientras los cristianos e islámicos devotos creen que jugar no se condice con la recompensa del trabajo honesto y distrae al individuo de sus deberes, en el mundo oriental la cosa parece diferente. Muchas personas son devotas de la fortuna y creen en la numerología y otras cuestiones esotéricas, lo que hace que penetrar en el mundo de las apuesta sea algo natural al individuo y la recompensa tiene que ver con algo cercano a la divinidad.

La pregunta es si realmente la prohibición y persecución tiene sentido en una sociedad en donde se va a jugar de todas maneras, o legalizar y regular va a tener menores costos y mayores resultados. La prohibición sólo es un placebo para limpiar algunas conciencias que detestan ver lo que está pasando bajo sus narices y creen que barriendo la basura debajo de la alfombra los problemas se van a enderezar solos.

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