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Una mirada al juego responsable

Todos, o por lo menos la mayoría de los reguladores de los juegos de azar del mundo poseen algún tipo de programa de juego responsable, con nombres de batalla diferentes y una serie de actividades y recomendaciones que apuntan a que los usuarios-jugadores no se enfrasquen en un maremágnum de problemas y caigan irremediablemente en el mundo del juego patológico.

Como primera medida hay que dejar en claro que todo juego responsable debe darse en un entorno de regulación. Es decir que no podemos comenzar hablar de jugar de forma responsable si el juego es ilegal o si el estado no posee una regulación que cubra todos los posibles aspectos negativos de los juegos y las apuestas. Aunque esto parezca una obviedad, países como Brasil, donde el juego existe de hecho, donde existen las apuestas en línea a pesar de que aún no hay regulación al respecto, en la provincia de Buenos Aires con el mismo caso o en Chile con las tragamonedas en casinos barriales, la falta de regulación coexiste con la inexistencia de un programa de juego responsable. Resumiendo, no está permitido el juego, no deberían existir los jugadores y serán ellos quienes deban arreglar sus problemas. 


Autoexclusión: dos lecturas


Si estudiamos caso por caso, cuestión que llevaría varios parágrafos de este artículo, veríamos que uno de los caballos de batallas de los reguladores son los sistemas de autoexclusión, es decir, el mismo jugador compulsivo debe sacar fuerzas de su interior más oculto para reconocerse problemático y poner su nombre en un registro que, eventualmente será repartido por los diversos salones de juego, bingos, etc. Lamentablemente, estos casos no funcionan si los autoexcluidos no están monitoreados y cuidados ya sea por familiares o por acompañantes terapéuticos.

Aquí podemos bifurcar la lectura en dos maneras de ver y estudiar el tema de la autoexclusión. Por un lado el tema podría entenderse como una manera en donde tanto reguladores como operadores dejan toda la decisión de comenzar algún tipo de terapia al ludópata y a su familia. Esto podría verse como una “lavada de manos” por parte de los sectores ligados a la industria, al poner todo el peso de la responsabilidad al enfermo y a su familia.

Por el otro lado, en cuanto la persona es responsable de sus actos y tiene libre acceso a servicios y productos lícitos y regulados, sus actos pueden ser considerados de su responsabilidad y debe ser él mismo y sus allegados quienes tienen que hacerse cargo de la conducta de la persona. Es decir, usted es libre y responsable de sus actos y si éstos lo llevan a enfermarse, nosotros lo podemos ayudar siempre y cuando usted quiera. 

Más allá de la dicotomía sobre el trasfondo de los sistemas de autoexclusión, los expertos explican que, llegado el caso, auto excluirse sirve como un tope, porque pone barreras a los adictos al juego, aunque la autoexclusión por sí sola no parece representar la solución per se, es otro de los topes que se les pone a los adictos al juego. En resumen, puede sumar pero no es la solución al problema, más allá del concepto que se pueda tener del sistema. 

La pregunta es, ¿podemos llamar juego responsable a un programa basado en la exclusiva decisión de una persona enferma?, ¿se puede comunicar con un simple folleto en la puerta de un bingo los problemas que puede conllevar el juego compulsivo? Personalmente creemos que reguladores y operadores deberían poner un poco más de atención en las actitudes de los ludópatas a la hora de jugar. No es fácil para un adicto decir que lo es.

Ser responsable es parte del juego; No juegues con el juego; Jugar y saber jugar.


Éstos que están arriba son motes que utilizan algunos reguladores como slogan para sus campañas de juego responsable, los cuales tienen como principales objetivos minimizar los posibles daños que el juego pueda producir a la sociedad y sobre todo, en los grupos denominados vulnerables.

En los papeles, tanto reguladores como operadores tienen como objetivo poner en práctica un conjunto de principios y acciones que se comprometen a adoptar los gobiernos, las loterías estatales y otros representantes del juego con el objeto de prevenir y atenuar los efectos nocivos que puede provocar una participación perturbada en los Juegos de Azar. 

En definitiva, los actores responsables del juego tienen la responsabilidad de poner en aviso al jugador de los peligros del juego. Y aquí parece terminar todo. Los operadores sólo reprimen a un jugador cuando la conducta de éste se vuelve agresiva o peligrosa para el resto de los clientes o las instalaciones, jamás porque estén jugando demás o perdiendo dinero. 

Estudios y estadísticas


En cualquier método o sistema de juego responsable, aquel que no va a estar basado en estadísticas y estudios, está destinado al fracaso. Los estudios y estadísticas sirven para conocer a la población y los hábitos de consumo de las personas y, sobre la base de éstos, planificar y poner en práctica cualquier programa. Los hábitos de consumo de los jugadores españoles no van a ser los mismos que de los jugadores chilenos, colombianos, peruanos, brasileros o argentinos, por lo tanto los programas de juego responsable no deberían basarse todos en las mismas premisas. Los estudios también nos van a dar la señal de las ofertas de juego, si existen otros tipos de entretenimiento para que las personas disfruten, las alternativas, etc. 

Para graficar esto vamos a dar pormenores del caso de Rincón de los Sauces, Neuquén, un pueblo que gracias al boom del petróleo creció de manera exponencial y, durante mucho tiempo, el único entretenimiento que existía en el lugar eran las tragamonedas, las prostitutas y las drogas. Esto llevó a las autoridades del Instituto Provincial del Juego de Nuequén (IJAN) a tomar algunas medidas tales como una serie de charlas tituladas “Ludopatía: mitos y verdades” destinado a la promoción del juego responsable y saludable en todo el territorio de la provincia. Ahora bien, ¿fue suficiente esto o sólo significó un lavado de conciencia por parte de las autoridades para mostrarse presentes?
No hubo estadísticas ni estudios previos en Rincón de los Sauces ni en ninguno de los otros polos petroleros del sur Argentino en donde el juego es, por mucho, el único entretenimiento que las personas tienen, por lo que nunca hubo prevención en el tema. Sin las herramientas adecuadas, sin los casos detallados y sin las características de los jugadores , toda charla por más bien intencionada que fuese no va a alcanzar para implementar un sistema que cuide a los posibles grupos de riesgo. 

Fabián Bataglia











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