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El problema que Australia no quiere mirar

En Australia, una de las obsesiones que tiene sus habitantes son las máquinas de pokies, tragamonedas muy populares en ese país. Un diario local hizo una investigación a partir de entrevistas a personas que juegan en estas máquinas y desenterraron que en muchas comunidades existen altas saturaciones en cantidades de máquinas lo que está significando que podría estar subiendo la cantidad de adictos al juego.

En los suburbios de Sydney y Adelaida existen cadenas de clubes en donde están instaladas estas máquinas de pokies y donde se apiñan cientos de personas jugando cada día. Más allá de los aspectos de pérdidas financieras, según esta investigación, las autoridades australianas están negando que exista un problema creciente; dicho de otra forma, están barriendo la basura debajo de la alfombra.

La mayoría de los involucrados en el tema de la adicción a las pokies dicen que el problema radica en los usuarios y no a las máquinas en sí y que cualquier persona que tuviese un problema de juego patológico tiene ayuda al alcance de su mano. De esta manera, los empresarios e incluso funcionarios australianos, afirman que el problema radica en autocontrol y responsabilidad personal. Una buena pero burda manera de desprenderse del problema.

Inclusive, algunas de las personas consultadas por el diario que realizó el estudio, dijeron que volverse adicto a las pokies es algo inentendible porque estás máquinas son para perdedores y ninguna persona en sus cabales tiraría el dinero en ellas. La vox pópuli dice que las personas con algún nivel de inteligencia deberían mantenerse alejadas de las pokies y buscar algo constructivo que hacer con su dinero. Cabe destacar que los australianos son los que más juegan en el mundo y los que más pierden, con una media de 1300 dólares al año por habitante.    

En definitiva, la mayoría de las personas encuestadas echan la culpa de cualquier problema nacido del abuso a este juego al jugador y no a la máquina, ya que explican que las personas deben ser responsables de sus acciones y poder admitir que están cometiendo un error al jugar compulsivamente. Pero realmente, ¿se puede sólo culpar al jugador por no saber decir basta a tiempo?, es obvio que no.

Tal vez, éste sea uno de los mayores problemas que tiene Australia y tanto las autoridades, los empresarios y el público en general, no pueden o no quieren ver su dimensión ni su real alcance. En promedio, un jugador patológico puede llegar a perder unos 150 mil dólares durante 15 años de adicción. La mayoría de los jugadores adictos que fueron consultados, dijeron que lo que más los mueve es el desafío de vencer a la máquina, cosa que rara vez puede llegar a pasar. Esta adicción a llevado a cientos de australianos al límite de su cordura, superando todos los límites, llegando a cometer crímenes, ir a prisión, entrar en un pozo depresivo e incluso llegar al suicidio.

Una ex diputada del partido laborista australiano, Carolyn Hirsh, Fue expulsada de la cámara baja después del suicidio de su hija , evento que la llevó a dedicarse a la bebida y terminar en un pabellón psiquiátrico. Encerrada allí, confesó qeu su hija era adicta al juego y que de ello derivó la decisión de quitarse la vida. 

La mayoría de los jugadores patológicos creen que el gobierno no está haciendo nada al respecto debido a que las pokies son una gran fuente de ingresos para las arcas públicas. Incluso, las publicidades en torno a las máquinas son cada vez más comunes, y quienes están trabajando con relación a los problemas de adicción creen que deberían tener el mismo estatus que el tabaco o las bebidas alcohólicas. Un jugador de Victoria, hoy en recuperación, dijo que perdió 100.000 dólares australianos en cinco años y que solamente pudo ganar algunos miles en ese periodo. Esta persona aseguró que las publicidades, llenas de luces y colores, incitan a jugar porque el premio está a la mano de cualquiera. Este jugador aseguro que la adicción al juego es algo repugnante, tan terminal como tener cáncer.


Pero el gobierno de Australia revolea los ojos para otro costado y hace caso omiso a las denuncias y las declaraciones de quienes se ven o se han visto afectados por esta enfermedad. Incluso, empleados de salones de juegos aseguran que el apego de las personas a estas máquinas raya en lo enfermizo y no hay nadie que controle lo que pasa dentro de los clubes de pokies. Las cifras son alarmantes. Casi el 16 por ciento de la población menos de 35 años está en el grupo de riesgo y en el mismo segmento, el 5 por ciento está dentro de lo que se considera juego patológico. 

En los callejones del norte de  Adelaida, un empleado mira como unas cien personas se amontonan frente a las cuarenta máquinas habilitadas. En conclusión, los comportamientos destructivos de las personas son la base diaria de las salas de los clubes de juego y del silencio oneroso de las autoridades, que lo único que hace es contar los ingresos que crecen año con año y que mueve cifras cercanas a los 11.000 millones de dólares anuales. 

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