Una novela en Brasil toca,
entre sus temas principales, el tema de la ludopatía y del juego clandestino,
en medio del debate por la legalización de la industria del juego en el país
vecino. A força do querer, la novela, de la realizadora Gloria Pérez, está
siendo un suceso en la pantalla de O Globo debido a los álgidos temas que se
tratan.
A pesar de que en Brasil los juegos de azar transitan
una zona periférica, y aunque de que el gobierno del cuestionado Michel Temer
quiera legalizarlo, la sociedad de ese país y los juegos de azar tienen un
maridaje que se ha extendido a los largo de los años y de los diferentes
regímenes de gobierno. El caso del Jogo do Bicho, el tradicional y centenario
juego que anda por la cornisa de las leyes brasileras, es el paradigma de cómo,
cuando la gente quiere jugar, no hay leyes que los detengan.
Que una ficción de éxito en la mayor cadena televisiva
del país, muestra a las claras que temas como la ludopatía y el acceso a juegos
que, teóricamente están prohibidos, puede alcanzar a cualquiera que esté con
una computadora o cualquier dispositivo móvil cerca. En la novela, puede verse
como una de las protagonistas, Silvana, una bella arquitecta de clase
acomodada, apuesta sin control en casinos en línea, cuestión que le trae diferentes
problemas tanto con su esposo como con su hija, quien decide bloquear los
sitios de juego que su madre visita. Por culpa del juego, Silvana se mezcla con
los mayores problemas tales como escándalos aparecidos en la prensa o vínculos
con casinos ilegales.
La figura de la mujer, una profesional exitosa que es
además esposa amante y buena madre, se convierte en un ser desesperado cuando,
por la jugarreta de su hija, no puede ingresar a sus sitios para jugar “só 15
reais” como una forma de diversión, luego de un arduo y cansador día de
trabajo. El libro de Gloría Pérez muestra cómo de manera cotidiana, el juego se
mete en todos los rangos de la sociedad brasilera y muchas veces con serios
problemas de conducta patológica.
El Jogo do bicho y el fútbol
Haciendo un poco de historia, la relación entre el juego
y la vida cotidiana brasilera tiene data de la época misma de la aparición de
ambas pasiones. Brasil es un país en donde se respira fútbol y donde hay más
bicheiros que agencias de lotería estatal. A lo largo de las décadas, el jogo
do bicho y el fútbol brasilero tienen, no sólo la época de su nacimiento en
común, en la década de 1890, sino que se han convertido en pilares de la
cultura popular brasilera, tanto así como el carnaval.
Durante mucho tiempo, sobre todo por su noble origen
inglés, las ligas de fútbol brasileras fueron dominadas por la aristocracia,
pero en las parcialidades se amontonaban personas de todos los arcos sociales:
negros, mulatos y blancos. Si bien nacieron juntos, el fútbol nunca fue
discutido por las autoridades por ser un juego de habilidad, mientras que el
jogo do bicho fue rápidamente prohibido por ser considerado un juego de azar.
Pero las pasiones no se pueden prohibir, y como el fútbol el jogo se hizo carne
en la cultura brasilera.
Ambas prácticas se esparcieron por todo el territorio
brasilero, se organizaron en clubes y conquistaron el corazón de millones de
personas. En una época en donde los jugadores de fútbol no recibían paga
alguna, eran los “torcedores” quienes juntaban el dinero para darles premios a
los jugadores que tenían mejor performance durante el partido. Ese dinero, por
supuesto, venía directamente de la estrecha relación que los clubes y
simpatizantes de fútbol con el Jogo do Bicho, y hasta hoy se le denomina
“bicho” al insentivo que reciben los jugadores cuando llegan a la final de un
torneo.
El financiamiento del fútbol brasilero a través de este
juego continuó a través de décadas como una manera de ganar apoyo y aceptación
popular a aquella actividad ilegal. Castor de Andadre, considerado el mayor
“Bicheiro” de la historia de Ríos de Janeiro, fui también presidente honorario
de del club Atlético Bangu de Río, cuando consiguió el título de la liga
carioca en 1996. Su aura de poder le dio el eterno y hasta el día de hoy su
imagen está fuertemente vinculada al centenario club.
Otra muestra de la realción del fútbol con el jogo do
bicho, es la gran expectativa entre de los simpatizantes del Atlético Mineiro,
que tiene un gallo como mascota desde el años 2013, siendo el 13 el número del
gallo en el jogo. En ese año, los mineiros fueron campeones de la copa
Libertadores y la “torcida2 obviamente le dio el crédito a la relación entre el
club y los Bicheiros. Así, el fútbol en Brasil se convirtió en uno de los pocos
puntos en común en donde se podían encontrar los ricos y los pobres de la
sociedad.
Como los muestra la serie A força do querer, el juego no solamente atañe a las masas que se
apiñan para jugar al jogo do bicho. Las clases altas brasileras concurren a
casinos clandestinos y juegan y apuestas on line, una actividad que hasta ahora
está caminando por fuera de la ley, pero que algunos políticos quieren que todo
esto se regule, no por una cuestión social y de contención, sino sólo para que
el posible ingreso de activos no se vaya por la borda gracias a los los sitios
offshore.
Fabián Bataglia
Fabián Bataglia
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